Pasolini, un poeta en la banda izquierda

30.10.2019

La madrugada del 2 de noviembre de 1975, la polizia romana encontró el cuerpo sin vida de Pier Paolo Pasolini en un desangelado descampado de Ostia, a las afueras de Roma, cerca de la desembocadura del Tíber. Los forenses informaron de que presentaba heridas por todo el cuerpo: golpes en la cabeza, cortes por todo el cuerpo, magulladuras; hemorragias internas, la más importante provocada por una violentísima patada en los testículos. Y evidencias de atropello. Aquella muerte salvaje, como el desenlace de sus libros, sobrecogió el alma de todo el país. 

Con los días, los investigadores reconstruyeron los hechos. Aquella noche, Pasolini había quedado para recoger los negativos de su última película, robados días antes por un grupo de extrema derecha. Llevaba tres mil liras. En un bar del barrio de Termini, invitó a Pino Pelosi, un golfillo de diecisiete años, a dar una vuelta en su Alfa GT plateado. El paseo, no obstante, se torció: discutieron -según Pelosi- porque se negó a aceptar las proposiciones sexuales del escritor. Hubo insultos, algún bastonazo. Pasolini detuvo el coche en aquel descampado porque Pelosi necesitaba orinar. A partir de aquí, comenzaban las incoherencias en la declaración de Pelosi. ¿Había asesinado él solo a Pasolini o había más implicados? ¿Cómo había podido reducirlo, cuando Pasolini era un hombre atlético y en forma? ¿Una discusión por mantener sexo anal había desencadenado aquel atroz asesinato?

La única evidencia cierta es que, horas después del hallazgo del cuerpo, una patrulla de carabineros detuvo a Pelosi conduciendo el Alfa GT a toda velocidad por Roma. Sin embargo, para muchos el golfillo parecía un simple chivo expiatorio de una conspiración más grande. Durante la investigación, la polizia barajó varias opciones. ¿Podría tratarse de un asesinato político, de Estado? Podría: Pasolini se había convertido en un incordio para el poder. "La burguesía no es una clase social, es una enfermedad", había dicho. ¿Podría ser un simple robo? También. Pasolini había sido un hijo de los borgantes de Roma, pero su recurrente vuelta a los suburbios más empobrecidos podría haber levantado envidias entre los más desfavorecidos. ¿Y un crimen pasional? Sí. Y aquellos furtivos encuentros con golfillos la excusa perfecta de la extrema derecha para denostarlo.

Aunque Pelosi se autoinculpó como único asesino, nunca se pudo corroborar la veracidad de su declaración, en parte porque él mismo agrandó el misterio cambiando los detalles con frecuencia. Hace dos años, Pelosi se llevó la verdad a la tumba.

"Hay un destino físico en la ideología", había afirmado Pasolini. También para él, aunque nunca le importase demasiado. Comunista. Tifoso del Bolonia. Poeta de la miseria. Ensayista polémico. Guionista provocador. Director de cine contracorriente. Católico y marxista para unos; pederasta y pornógrafo para otros.

Sus películas habían escandalizado a toda una generación y sus libros habían iluminado los desgarros más profundos de su país. Y aún le quedaba por delante una brillantísima carrera, tan artística como polémica.      

 Leer artículo completo en Revista CTXT.

miguel ángel ortiz olivera
Todos los derechos reservados 2019
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar