Cuando Eva robó el balón a Adán

21.05.2021

UN GRAVÍSIMO ERROR DE DIOS 

La realidad suele ser más terrible que la ficción porque una se lee y duele en el alma, mientras la otra se vive y deja cicatrices en la piel para que no se olvide la herida. María y 'Nita' son un claro ejemplo: dos mujeres, una literaria y otra de carne y hueso, con una misma pasión: el fútbol. Las dos, protagonistas una historia casi idéntica. El resultado de ese partido, no obstante, dejó cicatrices muy diferentes a una y otra.

'Error de Dios' se titula la historia de María, cuento que Rodolfo Braceli incluyó en el libro Perfume de gol. Desde niña, María ha sentido que su destino es jugar al fútbol, «esa patria que», escribe Braceli, «desde Adán y Eva, fue monopolizada, como actividad y como espectáculo y como goce o sufrimiento, por el varón». Eva tuvo derecho a arrebatarle la manzana a Adán en el paraíso; pero no el balón en el terreno de juego. Sin embargo, María no se resigna. Se afeita la cabeza, se cubre los pechos con vendas, se rompe el tabique nasal y se desgañita las cuerdas vocales para que su voz suene ruda. Y de esta guisa, pasa las pruebas del club. Solo pone un par de clausulas para formalizar el fichaje: llegar cambiada a los partidos y marcharse sin ducharse, además de que nadie la abrace cuando marque un gol. Días después llega el partido que María ha estado esperando toda la vida. Y el gol que, aunque la colma de felicidad, también le deja un regusto amargo: «Dios se equivoca fierro cuando autoriza que los varones no me dejen jugar con ellos. ¿Tengo yo culpa de ser mujer y culpa de mi destreza con la pelota?».

El cuento se inspiró en la historia de Claudia Ciriaca Vidal, futbolista de Payandú a la que un plebiscito municipal impidió jugar en el equipo local. Rodolfo Braceli publicó la historia el diario Los Andes. «El fútbol es una amante en clandestinidad», escribió, «es consentida, respetada, tolerada, establecida». Todo lo contrario a lo que sucedió con Ana Carmona Ruiz, 'Nita', la verdadera protagonista de esta historia: su amor por el fútbol se mantuvo en la clandestinidad durante décadas por miedo a las represarías de una sociedad -y un juego- demasiado machistas.

EL COLECCIONISTA DE TESOROS

Una historia es un tesoro y las mejores siempre contienen el mapa, escondido entre líneas, para encontrarlo. Jesús Hurtado lo sabe bien: ha dedicado casi toda su vida al periodismo. Y además, colecciona tesoros: tiene un museo de fútbol, con valiosísimas piezas, en su casa. Tiene las botas de Zarra y Zamora. Una de las 10 camisetas con las que Pelé rodó Evasión o victoria, firmada. El disco de pizarra con el primer himno de la selección española, titulado Leones rojos. También puede hacer tintinear un futbolín que le regaló su inventor, Alejandro 'Finisterre'. Tiene desde balones de correílla hasta los más modernos. Y entre ellos, el del gol de 'El Niño' Torres en la Euro'08 que nos enseñó el camino a la gloria. Tiene los cromos de Cristiano y de Messi firmados. Y una foto con el mismísimo Diego Armando Maradona.

Pero ninguno de esos objetos es su tesoro más valioso. Los periodistas son coleccionistas de historias, y Jesús Hurtado ha atesorado muchas en su dilatada carrera. Como la de Paquillo Díaz, el malagueño que se exilió a Argentina y terminó entrenando al pequeño Ernesto Guevara. O la del veleño Antonio Pérez Galindo, que organizaba partidos en Mauthausen. O la del Teniente Nevill, que en la I Guerra Mundial instó a sus soldados a atacar las trincheras enemigas corriendo detrás de una pelota como enloquecidos delanteros.

Pero sobre todo tiene la de Ana Carmona Ruiz, 'Nita', una historia deslumbrante que permaneció enterrada bajo décadas de secretismo, y que Jesús Hurtado solo pudo sacar a la luz tras años husmeando en hemerotecas y preguntando a los mayores, mientras documentaba su libro Vélez. 75 años de fútbol, publicado a finales de los 90.

«En aquellos años el acceso a internet y a hemerotecas no era el actual», me cuenta Hurtado por teléfono, «y el mejor lugar para conseguir la información era la Sociedad Recreativa La Peña donde se reunían los abuelillos a pasar las tardes... Yo me hice socio, no sé cuántos cafés y vinillos les habré pagado en las horas de charlas que la mayoría de las veces terminaban en los años de la guerra... Pero yo seguía a lo mío: les preguntaba por los motes, ¿quién es este? ¿Y este otro? Y cada vez que salía 'Veleta', se creaba un silencio muy raro, un tufillo extraño... Ellos me bandeaban, me daban largas... Yo al principio pensé que 'Veleta' sería un homosexual por el sentido del mote; pero después de mucho preguntar, tuve la suerte de conocer a Antonio Carmona, primo de 'Nita', y por fin me contaron la verdad: 'Veleta' era una mujer».

Aquel descubrimiento se convirtió en un tesoro de incalculable valor. «¿Sabes qué es de lo que más me arrepiento?», me pregunta tras un silencio. «De no haber tenido una grabadora a mano en aquellos años para grabar todas las historias que me contaron entonces». Ya no quedan testigos vivos a los preguntar; sí, preguntas por responder para completar una historia extraordinaria.

Leer artículo completo en la edición en papel de Revista Panenka número 106


miguel ángel ortiz olivera
Todos los derechos reservados 2019
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar