Una estrella de quince años

Desgraciadamente, a principios de los 70, la Liga seguía siendo cosa de hombres. Pero una niña de trece años llamada Conchi Sánchez Freire estaba a punto de cambiarlo. Las viejas que la veían jugar, con cinco añitos, en la plaza del Dos de Mayo no se explicaban que regatease a los chicos con tanta facilidad. A Conchi le gustaba el ajedrez, los Pop-Tops, las canciones de Raphaela y los vestidos bonitos; pero sobre todo le apasionaba dar patadas a un balón.
Su fútbol embelesó a Rafael Muga, presidente del Mercacredit, cuando la vio jugar con apenas doce años y el escudo del Sizam sobre el pecho. Muga había editado una revista para popularizar el fútbol femenino y nunca antes había visto nada parecido. Y quiso que la viera todo el mundo. Contactó con José María García, estrella de la radio nocturna, y con el diario As. Les contó su idea: un partido entre el Mercacredit y el Sizam Paloma. Se hizo propaganda del partido y la gente respondió: el 8 de diciembre de 1970, ocho mil personas abarrotaron las gradas del Boetticher de Villaverde. Venció el Sizam por 5 a 1. Los cinco, obra de Conchi Sánchez, aquella tarde rebautizada por los periódicos como Conchi Amancio.
La niña goleadora deslumbró al país. Por todos los rincones aparecieron muchachas dando patadas al balón. Rafael Muga decidió formar el Olímpico de Villaverde. Escribió a Samaranch y recibió equipaciones para las chicas. Días después de aquel partido, apareció el Racing bajo las órdenes de Francisco Jiménez Velasco. En Barcelona, Inmaculada Cabeceran, novia del exjugador del Barça Pablo García Castany, había organizado un partido entre el Centelles y una selección de chicas de Barcelona. Para reclutarlas, había puesto un anuncio y consiguió reunir un buen plantel. Después del partido, en un anuncio en Tele/Express, hizo un llamamiento: Once muchachas en busca de entrenador. En dos días, la Peña Femenina había encontrado uno de lujo: el mismísimo Ramallets.
Más exfutbolistas apoyaron a las primeras jugadoras: Ángel Castillo, exsevillista, organizó un partido por Navidad para presentar al Fuengirola. Muchas de aquellas futbolistas ocultaban a sus padres y hermanos que jugaban al fútbol e, incluso, los goles de Rafi no constaban en acta para que sus familiares no supieran que pasaba las horas dando patadas al balón. Comenzó una batalla entre las primeras futbolistas y el mundo que las rodeaba. La Sección Femenina redactó cartas a todas sus delegaciones provinciales y locales. El mensaje, claro: la práctica del fútbol amenazaba la feminidad y se castigaría. La delegada del Valdemoro -entre otras- hizo oídos sordos a aquella carta. Fue automáticamente despedida.