Recorriendo América con los Libertadores

05.08.2021

Solía indignarse Eduardo Galeano por el desprecio que los historiadores habían mostrado, desde siempre, por el fútbol. Para el maestro, como para mí, el fútbol funciona como uno de los pilares vertebradores de la memoria colectiva. Como un espejo donde se mira esa vieja contadora de fábulas que es la Historia, y aparece reflejada la verdadera realidad del ser humano, lo que palpita en lo más profundo de nuestros corazones. 'Los libros de historia del siglo veinte nunca lo mencionan, jamás, no existe', afirmó enojado Galeano en una entrevista concedida a El Gráfico, 'y ha sido fundamental para la gente de carne y hueso. ¿Cómo que no existe?'.

Ryszard Kapuscinski le dio la razón al maestro cuando, a finales de los sesenta, viajó hasta Tegucigalpa para retransmitir desde la primera línea de fuego la que después bautizó como La Guerra del fútbol, un conflicto bélico entre El Salvador y Honduras que explotó tras una eliminatoria clasificatoria para el Mundial de México. 'En América Latina', escribió, 'la frontera entre el fútbol y la política es tan tenue que resulta casi imperceptible'. El intrépido reportero polaco no concebía su oficio sentado en una cómoda mesa. Y convirtió el mundo en su oficina, y el viaje, en su forma de vida.

Todos estos ingredientes utiliza Alejandro Droznes para sazonar su magnífico libro De América: la Historia -con mayúsculas: la de la liberación de América-, el fútbol -concretamente La Copa Libertadores y La Copa Sudamericana-, el viaje a diez ciudades -desde Guayaquil a Potosí haciendo escala, entre otras, en Caracas o Riobamba, para terminar ni más ni menos que en Madrid- y las palabras, sobre todo las palabras, para guiar al lector en un viaje por los rincones más recónditos de América, y de su historia. Y acompañarlo, además, en diez partidos de fútbol que, de una u otra manera, como defendía Galeano, reflejan esa historia con mayúsculas.

Confundido en muchas ocasiones con un audaz reportero de Fox, Alejandro Droznes se mezcla con hinchas ecuatorianos, bolivianos, chilenos o peruanos, y con buen tino remarca los diferentes olores que flotan en las tribunas, las comidas típicas que se degustan en los descansos, y, sobre todo, los dejes lingüísticos de cada tierra, esto es: las palabras que unen y alejan: 'Como suele suceder a medida que uno se aleja de Río de la Plata y se acerca al corazón de América', escribe, 'el lamento colectivo cuando la pelota salía desviada no se expresaba con un ¡uh! sino más bien con un ¡ay!'.

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miguel ángel ortiz olivera
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